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Análisis de la dinámica política, económica y social de Asia-Pacífico
en sus relaciones con la Argentina.


La globalización de la economía coreana y América Latina (1)
Won Ho-Kim

Introducción
En Santiago de Chile en Septiembre de 1997, se realizó la XII Reunión General del Consejo de Cooperación Económica del Pacífico (PECC, por sus siglas en inglés) y el tema central fue "Cooperación Trans-Pacífica: Implementando Oportunidades Comerciales y de Inversiones". Con posterioridad a la reunión, se celebró un histórico encuentro entre América Latina y Asia, representados por los ministros de economía, comercio e industria. Este proceso se intensificó a través de preparación para un Foro América Latina y Asia del Este cuya reunión iniciativa tuvo lugar en Singapur en septiembre de 1999. En su conjunto, estos encuentros han señalado significativamente un gran movimiento y el desarrollo de la cooperación económica interregional entre las dos regiones más dinámicas del mundo, en una era signada por la globalización. América Latina ha surgido en el escenario de fortalecimiento del regionalismo como uno de los principales actores, al mismo tiempo que se esfuerza por integrarse a la economía mundial con una nueva estrategia de desarrollo orientada hacia el exterior; Asia ha empezado a ver en América Latina a un nuevo socio, al mismo tiempo que hace grandes esfuerzos por ingresar a la etapa de desarrollo económico avanzado y expandir la esfera de alcance de sus actividades económicas desde sus mercados tradicionales. Mientras las relaciones económicas entre América Latina y Asia son cada vez más importantes, aquellas entre América Latina y Corea (Corea del Sur) se presentan muy dinámicas, y uno de los campos más significativos en el marco de las relaciones interregionales transformadoras.

Hasta hace pocos años, América Latina no era una región significativa para Corea, así como Corea tampoco lo era para América Latina. Sus relaciones se vieron limitadas por la distancia geográfica así como por la limitada interdependencia económica. Para la segunda mitad de los años ochenta, las relaciones entre Corea y América Latina estaban dominadas por los "tres pilares tradicionales": ideología anticomunista, emigración internacional y relaciones comerciales limitadas. Aun en el escenario político internacional, los dos ex-partidarios anticomunistas ya han perdido capacidad de construcción de consenso después de la caída de el Muro Berlín (Kim 1998a). Sin embargo, en la medida en que Corea emerge como el décimo país en el mundo en términos de su comercio y la undécima economía en términos de su tamaño a mediados de los años 90, a la vez que América Latina transforma sus estructuras económicas y su régimen comercial al renacer como otra región económicamente dinámica, las complementariedades e interdependencias entre ambos se han vuelto significativas. La globalización de producción por parte de los conglomerados coreanos, o chaebol, fue sumamente agresiva en años recientes. Como lo muestran las estadísticas, el porcentaje del comercio de Corea con América Latina en relación a su comercio total incrementó rápidamente, y ya es el más alto de Asia, superando a veces el de Japón (Véase Cuadro 1).

Cuadro 1. Comercio de Asia con América Latina (US$ millon, %)

 

 

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

Corea

Comercio total trade

157,23

162,7

198,39

260,52

280,9

280,59

243,43

 

Con AmLat

7,388

5,675

7,764

9,163

10,88

12,306

9,274

 

AmLat/total(%)

4.7

3.5

3.9

3.5

3.9

4.3

3.8

Japón

Comercio total trade

572,67

604,19

669,32

778,94

760,75

732,39

677,76

 

Con AmLat

23,42

24,047

26,747

30,159

28,069

31,111

29,133

 

AmLat/total(%)

4.1

4.0

4.0

3.9

3.7

4.2

4.2

China

Comercio total trade

166,08

195,16

236,45

280,96

289,92

325,08

301,99

 

Con AmLat

2,975

3,717

4,689

6,097

6,717

8,095

8,358

 

AmLat/total(%)

1.8

1.9

2.0

2.2

2.3

2.5

2.7

Hong Kong

Comercio total trade

242,96

273,6

313,16

366,31

379,08

396,49

358,3

 

Con AmLat

3,861

4,397

5,204

6,14

6,01

6,851

6,283

 

AmLat/total(%)

1.6

1.6

1.7

1.7

1.6

1.7

1.7

Singapor

Comercio total trade

135,32

159,11

199,55

242,58

256,62

257,16

216,33

 

Con AmLat

1,834

2,113

2,276

2,717

3,398

3,519

3,282

 

AmLat/total(%)

1.4

1.3

1.1

1.1

1.3

1.4

1.5

Tailandia

Comercio total trade

73,158

83,223

100,13

126,81

129,27

120,36

109,31

 

Con AmLat

1,075

1,005

1,331

1,733

1,932

1,815

1,564

 

AmLat/total(%)

1.5

1.2

1.3

1.4

1.5

1.5

1.4

Malaysia

Comercio total trade

80,636

92,744

118,3

151,34

156,04

158,77

153,81

 

Con AmLat

982

1,186

1,517

2,072

2,029

2,382

2,456

 

AmLat/total(%)

1.2

1.3

1.3

1.4

1.3

1.5

1.5

Fuentes: Fondo Monetario Internacional, Direction of Trade Statistics Yearbook, 1997; Direction of Trade
Statistics Quarterly, junio de 1998.

Mientras tanto, la crisis asiática desde 1997 y su contagio posterior en América Latina hicieron que surgiese el escepticismo sobre ese paradigma: ¿Fue ilusión o realidad la globalización de la economía coreana y la transformación de las relaciones económicas coreano-latinoamericanas? No será simple contestar estas preguntas. Lo complica también el hecho de que la globalización de la economía coreana y la crisis financiera sucedieron consecutivamente. Pero no se puede decir sencillamente que aquélla provocó ésta. Tampoco se puede negar la irrevocabilidad de la globalización de producción en el mundo de hoy y el potencial de la economía coreana. Al contestar esa pregunta, este artículo trata de analizar críticamente el cambio cualitativo de las relaciones económicas coreano-latinoamericanas en los años recientemente transcurridos dentro del marco del nuevo orden económico internacional. Luego de las observaciones paradigmáticas sobre las economías coreana y latinoamerica analizará el progreso de sus relaciones comerciales y de inversión. Posteriormente, se orientará hacia la consecuencia de la crisis coreana en esas relaciones, y hacia algunos factores que se deben considerar como trampas y oportunidades delante de las relaciones de ambos.

La economía coreana globalizante. Desarrollo y sector externo
Este trabajo no intenta explicar detalladamente lo que sucedió a la economía coreana en en años anteriores, pero será importante revisar su desarrollo para sacar las implicaciones para el progreso de las relaciones económicas coreano-latinoamericanas, y especialmente entender bien los determinantes de su globalización para explorar vías futuras más allá de la crisis. Como es bien conocido, Corea es una de las naciones más pobres en recursos naturales del mundo. Luego de ser liberada tras 35 años de dominio colonial japonés en 1945, la península coreana fue dividida entre el norte industrial y el sur agrícola, y durante 1950-1953 se convirtió en un perenne campo de batalla, siendo devastada su industria. El desarrollo económico de Corea empezó en 1962 mediante una serie de planes quinquenales de desarrollo económico implementados por el gobierno militar del presidente Park Chung Hee, de acuerdo a un modelo basado en la producción de manufacturas para la exportación: entre otras políticas, la industria manufacturera fue adoptada como la de alto valor agregado, con extensos vínculos hacia otros sectores productivos y factible de ser exportada. La gran mayoría de los recursos financieros fueron invertidos en capital industrial y capital humano; este último subsecuentemente indujo al desarrollo tecnológico a partir de los años 80. Sosteniendo una tasa anual promedio de crecimiento del 9%, Corea se transformó desde una de las economías más pobres en el mundo en una potencia media industrial en menos de medio siglo. Antes de la recién crisis, Corea ocupó el segundo lugar en el mundo en construcción naval, el tercero en la manufactura de semiconductores y el quinto en la producción de hierro y la manufactura de automóviles. Sin lugar a discusiones, el comercio ha contribuido decisivamente al desarrollo económico nacional. Pero la economía coreana empezó a enfrentarse a varias dificultades a mediados de los años 90. Estas se caracterizaron por el alto déficit comercial de US$ 15,2 mil millones para 1996, y el déficit de cuenta corriente de US$ 23,7 mil millones para el mismo año. En otras palabras, los desequilibrios del sector externo colocaron a la economía coreana en problemas, en la medida en que su dinamismo era muy dependiente del comercio. En el transcurso de los años 1996 y 1997, se destacó el debate sobre las razones de las dificultades y una posible crisis. Algunos análisis ocasionales mostraron que el emergente déficit comercial había sido principalmente atribuido a la brusca reducción de los precios de las más importantes exportaciones como los semiconductores, el constante debilitamiento del yen japonés, y huelgas ocasionales. Estructuralmente, sin embargo, los principales problemas de la economía coreana se derivaron de la pérdida de su competitividad internacional: "altos costos y baja eficiencia". Los costos laborales constituyen el mayor factor por el lado de los costos, y el ineficiente sistema bancario había sido acusado de inhibir el desarrollo de la economía nacional. En especial, los salarios habían estado creciendo a una tasa mucho más acelerada en comparación con otras naciones competidoras. Durante los diez años que van de 1987-1996, la tasa anual de crecimiento de los salarios fue de 19,7% en Corea, mientras que los salarios en Taiwán y Hong Kong se incrementaron en 14,5% y 10,8% respectivamente. Los costos del embarque y manejo de manufacturas en 1994 era 15,7% del PIB en tanto que las cifras para los EE.UU. y Japón eran de sólo 10,5% y 8,8% respectivamente. Eso explica la explosión de la demanda del sector laboral después de la redemocratización en 1987, anteriormente el crecimiento de la economía se había basado en un modelo exclusivo en términos de las relaciones industriales. También, las exportaciones coreanas a los mercados industriales seguían reduciéndose por la pérdida de competitividad. En paralelo con las negociaciones de la Ronda Uruguay del GATT, Corea enfrentó una competencia llamada "sin límites" mientras que el mundo industrializado conformaba bloques económicos. La integración regional con sus vecinos países no podía ser una opción seria y factible para Corea por causa de las herencias históricas y las situaciones políticas regionales al menos hasta fines de Siglo XX. La economía coreana tenía que buscar salidas y más oportunidades en los países en desarrollo ante el deterioro de sus relaciones comerciales con las economías industriales. En este punto el objetivo consistía en estimular la diversificación regional de las exportaciones coreanas a través de penetración en mercados emergentes, y estabilizar la balanza de pagos internacionales.

Desafíos y oportunidades en la globalización de la economía coreana
En ese entorno, la estrategia de globalización surgió por parte del empresariado coreano, con el principal propósito de incrementar su competitividad internacional. Se adoptaron en su proceso de globalización, la racionalización de las estructuras organizativas y la relocalización de los sitios de producción entre otras medidas. Los ejecutivos de las corporaciones coreanas promovieron la estrategia de globalización para tomar ventaja del nuevo patrón de división internacional del trabajo, posibilitado por cambios tan fundamentales en el mundo como el fin de la Guerra Fría, y la tecnología de la informática. En consecuencia, "Gerencia Global (Global Management)" se ha convertido en el nuevo slogan para ellos entre quienes Kim Woo-choong el presidente del Grupo Daewoo se presentó como el protagonista de ese paradigma empresarial al invertir agresivamente en las economías en transición de Europa del Este tales como Polonia, la República Checa y Rumania, y en América Latina. Como muchas de las industrias ya no eran competitivas en los precios, la inversión directa en el extranjero se convirtió en una alternativa práctica para sustituir la producción doméstica. En este contexto, las inversiones de las corporaciones coreanas se han incrementado en forma más activa en el Sureste asiático, China, y Europa Occidental así como en Europa del Este y América Latina. Con la activa inversión en el extranjero, se previó en 1996 que la producción extranjera de los televisores a color, artefactos electrodomésticos, vestido, calzado y envases, sobrepasaría el nivel de producción nacional dentro de dos a tres años, y que la de los sectores estratégicos tales como las industrias de semiconductores, acero y automóviles superaría la producción a nivel nacional en el transcurso de una década (Choi 1998). Es muy interesante observar que en Corea se entendió la palabra "globalización" como equivalente de "estandarización global", "modernización", aun "renovación de modo de pensar" (Yoo 1999). En el nivel gubernamental, se iniciaron medidas para promover las decisiones de la globalización por parte de los empresarios. La decisión coreana de formar parte de la OCDE en 1993 y la conclusión de las negociaciones para acceder a este organismo en 1996, fueron también el resultado de opciones de política para enfrentar derechamente el cambiante entorno global de los negocios, para profundizar la liberalización y la desregulación de la economía, y para entregarle la iniciativa y la responsabilidad al sector privado, sin protección gubernamental ni regulaciones. Es importante destacar que las regulaciones sobre las inversiones en el exterior, las cuales estuvieron restringidas por políticas estrictas de control de cambios, fueron eliminadas para incentivar los negocios en el exterior. En particular, desde el 1o. de Agosto de 1997, las compañías coreanas tenían libertad para realizar inversiones en el exterior, debiendo simplemente reportar sus operaciones a sus principal bancos acreedores. Bajo las regulaciones anteriores, las compañías debían obtener el visto bueno del Banco de Corea si el monto de la inversión excedía los US$ 50 millones. A este respecto, las implicancias para las relaciones económicas entre Corea y América Latina fueron enormes.

Cambios en las economías y en los mercados en América Latina
La liberalización económica latinoamericana
La mayoría de los países latinoamericanos encontraron la salida a la "década perdida" de los años 80, marcados por las severas recesiones económicas, y el rumbo hacia la "década de la esperanza" de los años 90, a través de programas serios de austeridad y de reestructuración. Aún cuando hay todavía serios debates sobre las políticas económicas "neoliberales" (Canak 1989; Bird & Helwege 1994; Smith et al. 1994), parece emerger un consenso en que los anteriores programas económicos proteccionistas y populistas ya no dan resultado aunque los neoliberales no sean una panacea. Ya han abandonado prácticamente el anterior modelo dominante de industrialización vía sustitución de importaciones, y ha comenzado a promover el desarrollo liderado por las exportaciones, junto a la liberalización de la economía: liberalización del comercio, desregulación y privatización. La internacionalización de las economías latinoamericanas también han emergido como un nuevo slogan necesario para sobrevivir en este mundo que se integra sin cesar (CEPAL 1994a). Tras esta transformación fundamental del modelo de desarrollo, la mayoría de los países latinoamericanos han tenido éxito al estabilizar la economía y obtener modestas tasas de crecimiento económico. Aun cuando la brecha entre las tasas de crecimiento económico de los países latinoamericanos es muy amplia, la tasa de crecimiento regional promedio durante 1991-98 fue de 3.3%, comparada con el 1.0% durante 1981-90: el 3,9% en 1993, 5,8% en 1994, 1,0% en 1995, 3,6% en 1996, 5,2% en 1997, y 2.3% en 1998 (CEPAL 1998). En paralelo, el comercio exterior total de los países latinoamericanos creció muy rápidamente. La hiperinflación, muy extendida hace poco, ha sido estabilizada en el nivel de un dígito en la mayoría de las economías. El caso más notorio ha sido Brasil desde la implementación del "Plano Real" en Julio de 1994, el cual ha sido capaz de controlar la espiral inflacionaria que alcanzara una tasa de 2.500% en 1993, reduciéndola a 9,1% ya en 1996. Aún cuando todos los esfuerzos realizados por los gobiernos latinoamericanos se han visto empañados por una serie de crisis económicas en la región, tales como el "Efecto Tequila" y el "Efecto Tango" en 1995, y el "Efecto Capirinha" en 1999, éstas fueron consideradas más bien como transitorias antes que el presagio de otra crisis generalizada en América Latina. Fue porque el nuevo modelo económico gana una importante confianza internacional así también como nacionalmente. Sin embargo, resultó en un extenso desempleo debido a drásticos ajustes estructurales, intensificando la necesidad de creación de puestos de trabajo debido al número creciente de población económicamente activa. Solo las inversiones pueden resolver el problema de la creación de puestos de trabajo y modernizar las industrias exportadoras con transferencia tecnológica. Es evidente que el nuevo modelo de desarrollo económico en América Latina solo puede tener éxito en el largo plazo en la medida en que las inversiones sigan a un nivel tal que los costos sociales puedan ser absorbidos y que una transferencia tecnológica moderada tenga lugar como requisito para lograr un desarrollo sostenido. América Latina ha respondido al imperativo de las inversiones extranjeras al modernizar su sistema bancario, desregular las actividades económicas y privatizar las empresas públicas para mejorar su credibilidad y facilitar flujos de capitales extranjeros. Adicionalmente, los gobiernos latinoamericanos persiguen agresivamente el establecimiento de bloques económicos como MERCOSUR, NAFTA, Comunidad Andina y del Mercado Común de Centroamérica, con el propósito de alcanzar economías de escala a través del comercio intrarregional, y también de inducir inversiones extranjeras orientadas hacia los mercados regionales. Aún cuando estos acuerdos subregionales no satisfacen plenamente las tendencias liberalizantes a nivel multilateral, podrán ser una opción transitoria válida para los latinoamericanos mientras mantengan principio de "regionalismo abierto" (CEPAL 1994b). Como América Latina por lo general está enviando positivos mensajes macroeconómicos e ideológicos al mundo capitalista, los flujos de capitales extranjeros han seguido creciendo en una escala que excede el monto del déficit de cuenta corriente. Especialmente las inversiones extranjeras directas netas registraron una notable ampliación a mediados de los años 90 a pesar de las ocasionales fluctuaciones financieras de los mercados emergentes: US$ 24.471 millones en 1994, US$ 26.958 en 1995, US$ 37.584 millones en 1996, US$ 57.131 millones en 1997, y US$ 53.195 millones en 1998.

Implicancias para Corea y América Latina
La liberalización económica de América Latina y la globalización de la economía coreana finalmente contribuyeron a que las relaciones coreano-latinoamericanas llegaran a un punto de despegue. Mientras la estabilidad económica basada en la baja inflación, la consolidación de la democracia y la expansión de los mercados con la integración regional de América Latina atraen viejos y nuevos socios al ciclo latinoamericano de negocios, la política coreana de "globalización" sería puesta a prueba mediante su participación en el nuevo orden económico latinoamericano. Principalmente, los capitales industriales coreanos encontrarían oportunidades estratégicas en América Latina. Así como la Guerra de Vietnam en los años 60, el boom del Medio Oriente en los años 70 y de las economías del Sudeste Asiático en los años 80, proporcionaron oportunidades para que la economía coreana creciera, América Latina en los años 90 llegó a ser el nuevo horizonte, entre otros, incluyendo Europa Oriental, para Corea en sus esfuerzos por globalizarse. En especial, fue un signo alentador el que la demanda de los sectores públicos y privados en América Latina estuviesen creciendo sostenidamente. La necesidad de capital de parte de América Latina abrió la ventana hacia los capitales industriales coreanos. Respecto a este punto, América Latina no debiera seguir siendo simplemente el lugar de destino de exportaciones para el sector privado coreano. La región debiera ser una región en donde las industrias coreanas se propusiesen a invertir su capital y tecnología para aprovisionarse de los recursos naturales que necesita, establecer nuevos socios industriales, abrir nuevos mercados, y participar activamente en el desarrollo económico y social de América Latina. En pocas palabras, Corea empezó a ver a América Latina como uno de sus socios más importantes en el comercio y las inversiones, en la medida en que los países latinoamericanos emergen como economías rediseñadas por reajustes estructurales en favor del mercado. La visita histórica de estado que el Presidente Kim Young Sam realizó a los principales países de América Latina en Septiembre de 1996 (Guatemala, Chile, Argentina, Brasil y Perú) y en Junio de 1997 (México) reconoció la nueva importancia de la región para la economía coreana. En el plano transpacífico, este nuevo paradigma también tiene significado en que el comercio entre Asia y América Latina ha crecido prominentemente en recién años. En términos de inversiones, las inversiones asiáticas en América Latina han empezado a ser significativas en un ambiente ya dominado por los inversionistas originarios de las naciones industrializadas.

Las relaciones comerciales y de inversión entre Corea y América Latina
Perspectiva histórica
En 1962 el volumen total de las exportaciones coreanas era de apenas US$ 50 millones, cuando el primer plan quinquenal de desarrollo fue lanzado bajo la meta de establecer un "país orientado hacia las exportaciones". En 1977, alcanzó US$ 10 mil millones, y excedió los US$ 50 mil millones 11 años más tarde. El año de 1995 marcó un hito en la historia del comercio internacional de Corea. A fines de Octubre de 1995, el volumen de sus exportaciones superó los US$ 100 mil millones. Corea se ha convertido en uno de los mayores países del mundo en términos del tamaño de su comercio internacional. Cuando las exportaciones de Corea alcanzaron los US$ 100 millones en 1964, Corea sólo representaba el 0,08% del total de las exportaciones en el nivel mundial, ocupando el lugar 84. Sin embargo, en 1994, Corea representó 2,32% del total de las exportaciones mundiales, ocupando el decimotercer lugar. Junto a esto, el número de socios comerciales de Corea aumentó de 41 a 216. Tradicionalmente, el mercado de las exportaciones de Corea ha sido muy dependiente del mercado de los EE.UU., así como del mercado japonés y europeo. Sin embargo, cambios en la situación política y económica internacional como la Guerra de Vietnam en los años 60, el florecimiento del mercado de la construcción en el Medio Oriente en los años 70, el fenómeno de amplitud mundial conocido como de los "tres bajos" (bajos precios del petróleo, bajo valor del dólar y bajas tasas de interés) en los años 80 y la apertura del mercado en Rusia, Europa del Este y China recientemente, dieron un fuerte respaldo al incremento de las exportaciones coreanas. Aunque se han registrado altos y bajos, el comercio entre Corea y América Latina se ha incrementado sostenidamente en la medida en que el gobierno coreano ha prestado atención a la necesidad de diversificar sus mercados de ultramar. En los años 60, Corea exportó bienes de consumo hacia América Latina. Cuando las exportaciones de Corea en total excedieron por primera vez los US$ 100 millones en 1964, las exportaciones hacia América Latina eran de solo US$ 300.000 y representó un insignificante 0.3% del total de las exportaciones. En 1970, el total del volumen del comercio entre Corea y América Latina era de US$ 11 millones, el que representaba solo el 0.4% del total del comercio de Corea con el mundo. En los años 80, Corea podía asegurarse una base estratégica para exportar indirectamente al mercado norteamericano a través de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe y de otros programas de subsidios por parte de las naciones avanzadas en favor de los países centroamericanos y caribeños. También el superávit de las cuentas corrientes coreanas en 1986 facilitó la consiguiente liberalización de las inversiones en ultramar. Pero Corea todavía había visto en América Latina un mercado de exportaciones alternativo para bienes terminados, incluyendo bienes de consumo, cuando la situación en los mercados principales tales como los EE.UU., Japón y Europa, se agrava. En los años 90, sin embargo, el mercado latinoamericano dejó de ser un mero mercado consumidor de bienes terminados o un mercado alternativo para las exportaciones coreanas y pasó a constituirse en un importante mercado de exportación. La tasa reciente de crecimiento de las exportaciones coreanas hacia esta región fue la más alta comparada con la de otras regiones durante 1991-94: 199%, comparado con 96% hacia Asia, aun cuando la diferencia entre sus volúmenes son significativos (US$ 6,5 mil millones hacia América Latina; US$ 31,8 mil millones hacia Asia en 1994). En 1994, las exportaciones hacia América Latina alcanzaron los US$ 6,43 mil millones y representaba 6,7% del total de las exportaciones (Véase Cuadro 2).

Cuadro 2. Comercio de Corea con América Latina (US$ millón, %)

Exportación

Importación

Comercio Total

Balanza

Total

(A)

A América Latina (B)

(B/A)

Total

(C)

Desde América Latina (D)

(D/C)

(A+C)

(B+D)

(B+D)

/(A+C)

(B-D)

1964

119

0.3 (-)

0.3

404

1.5 (-)

0.4

523

2.3 (-)

0.4

-1.2

1965

175

0.4 (33.3)

0.2

463

2.2 (46.7)

0.5

638

2.4 (4.3)

0.4

-1.8

1966

250

0.9 (125.0)

0.4

716

4.2 (90.9)

0.6

966

4.9 (104.2)

0.5

-3.3

1967

320

0.8 (-11.1)

0.3

996

4.2 (0)

0.4

1,316

4.8 (-2.0)

0.4

-3.4

1968

445

1.5 (87.5)

0.3

1,463

3.5 (-16.7)

0.2

1,908

5.0 (4.2)

0.3

-2.0

1969

623

5.3 (253.3)

0.9

1,824

7.5 (114.3)

0.4

2,447

13 (160.0)

0.5

-2.2

1970

835

4.2 (-20.8)

0.5

1,984

6.6 (-12.0)

0.3

2,819

11 (-15.4)

0.4

-2.4

1971

1,068

9.2 (119.0)

0.9

2,394

13 (97.0)

0.5

3,462

22 (100.0)

0.6

-3.8

1972

1,624

13 (41.3)

0.8

2,522

7 (-46.2)

0.3

4,146

20 (-9.1)

0.5

6

1973

3,225

54 (315.4)

1.7

4,24

14 (100.0)

0.3

7,465

68 (240.0)

0.9

40

1974

4,46

85 (57.4)

1.9

6,852

144 (928.6)

2.1

11,312

229 (236.8)

2.0

-59

1975

5,081

49 (-42.4)

1.0

7,274

51 (-64.6)

0.7

12,355

100 (-56.3)

0.8

-2

1976

7,715

62 (26.5)

0.8

8,774

164 (221.6)

1.9

16,489

226 (126.0)

1.4

-102

1977

10,046

177 (185.5)

1.8

10,811

89 (-45.7)

0.8

20,857

266 (17.7)

1.3

88

1978

12,711

243 (37.3)

1.9

14,972

172 (93.3)

1.1

27,683

415 (56.0)

1.5

71

1979

15,055

355 (46.1)

2.4

20,339

296 (72.1)

1.5

25,394

651 (56.9)

2.6

59

1980

17,505

492 (38.6)

2.8

22,292

369 (24.7)

1.7

39,797

861 (32.3)

2.2

123

1981

21,254

808 (64.2)

3.8

26,131

724 (96.2)

2.8

47,385

1,532 (77.9)

3.2

84

1982

21,853

740 (-8.4)

3.4

24,251

1,001 (38.3)

4.1

46,104

1,741 (13.6)

3.8

-261

1983

24,445

509 (-31.2)

2.1

26,192

984 (-1.7)

3.8

50,637

1,493 (-14.2)

2.9

-475

1984

29,245

1,079 (112.0)

3.7

30,631

1,419 (44.2)

4.6

59,876

2,498 (67.3)

4.2

-340

1985

30,283

1,078 (-0.1)

3.6

31,136

1,859 (31.0)

6.0

61,419

2,937 (17.6)

4.8

-781

1986

34,714

906 (-16.0)

2.6

31,584

1,258 (-32.3)

4.0

66,298

2,164 (-26.3)

3.3

-352

1987

47,281

1,224 (35.1)

2.6

41,02

1,184 (-5.9)

2.9

88,301

2,408 (11.3)

2.7

40

1988

60,696

1,597 (30.5)

2.6

51,811

1,444 (22.0)

2.8

112,51

3,041 (26.3)

2.7

153

1989

62,377

1,738 (8.8)

2.8

61,465

1,544 (6.9)

2.5

123,84

3,282 (7.9)

2.7

194

1990

65,016

2,102 (21.0)

3.2

69,844

1,726 (11.8)

2.5

134,86

3,828 (16.6)

2.8

376

1991

71,87

2,860 (36.1)

4.0

81,525

2,296 (33.0)

2.8

153,4

5,156 (34.7)

3.4

564

1992

76,632

4,962 (73.5)

6.5

81,775

2,521 (9.8)

3.1

158,41

7,483 (45.1)

4.7

2,441

1993

82,236

4,922 (-0.8)

6.0

83,8

2,384 (-5.4)

2.8

166,04

7,306 (-2.4)

4.4

2,538

1994

96,013

6,430 (30.6)

6.7

102,35

3,280 (37.6)

3.2

198,36

9,710 (32.9)

4.9

3,15

1995

125,06

7,370 (14.6)

5.9

135,12

3,964 (20.9)

2.9

260,18

11,334 (16.7)

4.4

3,406

1996

129,72

8,961 (21.6)

6.0

150,34

4,392 (10.8)

2.9

280,05

13,353 (17.8)

4.8

4,569

1997

136,16

8,668 (-3.3)

6.4

144,62

4,076 (-7.2)

2.8

280,78

12,744 (-4.6)

4.5

4,592

1998

132,31

8,867 (2.3)

6.7

93,282

2,197 (-46.1)

2.4

225,6

11,064 (-13.2)

4.9

6,67

1999

143,69

8,645 (-2.5)

6.0

119,75

2,865 (30.4)

2.4

263,44

11,510 (4.0)

4.4

5,78

* Variación en paréntesis. Fuente: Korea Trade Information Service (KOTIS)

En los años 60, Corea importó varios productos mineros desde Brasil, Chile y otros países latinoamericanos. En 1964, las importaciones coreanas desde América Latina totalizaron US$ 1,5 millones y representaron un mero 0,4% del total de las importaciones. Cuando las importaciones coreanas superaron la valla de los US$ 100 mil millones en 1994, las importaciones desde América Latina también aumentaron a 3,2%, alcanzando los US$ 3,28 mil millones. En el mismo año, el volumen del comercio coreano con América Latina fue de US$ 9,71 mil millones, representando 4,9% del total del comercio coreano.

Importaciones y sectores de inversión
Los mayores socios comerciales latinoamericanos de Corea son Panamá, Brasil, México, Chile y Argentina en su orden. Panamá se destaca por su política de registro de naves combinada con la fuerte industria naval coreana, y por su Zona Franca de Colón, la cual funciona como base de logística reexportadora hacia Colombia, Ecuador y Venezuela. Brasil, la economía más grande en la región, es el socio más importante de hecho para Corea. La exportación a Brasil creció impresionantemente por un promedio anual de 113% durante 1993-95 debido al auge del poder adquisitivo brasilero. Unos 70% de exportaciones de Corea a México cuentan con las partes para las maquiladoras coreanas en las fronteras mexicanas-estadounidenses quienes exportan a los EE.UU. Chile es la fuente más importante de importación de cobre para Corea, y registra superávit en su balanza de comercio con Corea. Toma el quinto lugar Argentina, seguida de Ecuador, Guatemala, y otros países andinos. Los países de América Central y del Caribe son las sedes de las medianas maquilas coreanas. Unas 400 empresas coreanas operan en confecciones en Guatemala, El Salvador, Honduras, República Dominicana, etc. Durante 1964-94, el número de rubros de exportación coreana se incrementó desde 142 a 7.648. En los primeros días, los mayores rubros de exportación fueron los productos del mar incluyendo el alga, el agar-agar, los recursos mineros y el grafito. Hoy en día, la participación de los productos industriales es de 95% gracias a la agresiva política industrializadora y el dinámico modelo exportador. Y la industria química y pesada, tales como bienes electrónicos, semiconductores y automóviles, representan 72% del total de las exportaciones. De esta manera, los principales rubros coreanos de exportación hacia América Latina son los bienes manufacturados, entre otros productos, los electrónicos incluyendo televisores a colores, hierro y automóviles. Además, naves tales como buques cisternas y contenedores son exportados a Panamá. Recientemente, están en alza las exportaciones de partes electrónicas para ensamblaje en México, Brasil y Argentina, en conformidad con el incremento de la inversión directa coreana en estos países, y las exportaciones de materia prima y materiales subsidiarios incluyendo textiles para la industria de confección. Sin embargo, las exportaciones de productos de alto valor agregado, como bienes de capital, maquinaria industrial, instalaciones y productos químicos, no se realizan en gran medida. Las importaciones coreanas desde América Latina están concentradas en petróleo, productos minerales y agrícolas. Por consiguiente, se puede afirmar que el comercio entre Corea y América Latina ha mostrado un patrón "interindustrial" más que "intraindustrial". Dicho esquema de comercio intraindustrial fue presentado como un modelo ideal de cooperación entre las economías en desarrollo. Las relaciones entre Corea y América Latina tienen límites inherentes a una cooperación intraindustrial básicamente debido a la diferencia de las estructuras industriales. Los países del Sureste asiático tendrán más ventajas en un comercio intraindustrial con sus socios latinoamericanos gracias a la semejanza de sus estructuras industriales. Sin embargo, la globalización de producción debe cambiar esas condiciones inherentes para un más eficaz logro del comercio y cooperación entre Corea y América Latina. Aquí importa el grado e intensidad de globalización. Con las decisiones empresariales de la globalización de producción, la industria electrónica y la textil constituyeron los sectores de más rápida localización entre otras industrias coreanas. Especialmente, las tres principales compañías coreanas de electrodomésticos, Samsung, LG y Daewoo invirtieron competitivamente y notablemente en México y Brasil. Esto principalmente se debe a la rápida ampliación del mercado local o a la integración regional, y también al creciente costo laboral en Corea. Entre otros sectores de la economía latinoamericana, MERCOSUR se destacó por su atractivo para los intereses de los empresarios coreanos. La estabilidad político-económica de sus países miembros, así como su potencial mercado, indujeron a las compañías coreanas a ingresar a Latinoamérica con una mayor predisposición para la localización. La anterior prioridad de Corea hacia Centroamérica, el Caribe y México, como una base para llegar al mercado final de Estados Unidos, contrastaba con su nueva concentración en mercados locales y con las significativas inversiones en Sudamérica, particularmente en Brasil. Para diciembre de 1993 no había casi ninguna inversión directa de Corea en Brasil; pero desde 1995 los inversores coreanos se han abalanzado sobre ese país. Además, el aumento brasileño de los aranceles sobre las importaciones, adoptado a principios de 1995 para corregir su déficit comercial, favoreció a los inversionistas locales, es decir, animó a las firmas coreanas a producir localmente. Las reglas de origen del MERCOSUR y del NAFTA de nuevo forzaron a los empresarios coreanos a cambiar sus proyectos de negocios. Así pues, la estrategia de penetración en la región reemplazó el "desvío" con la "localización". Esto significó que Corea, desechando una política exterior obsoleta hacia América Latina, la cual ya no funcionaba en los cambiantes ámbitos políticos y económicos internacionales, empezó a tomar en cuenta a los países latinoamericanos como importantes socios estratégicos dentro de su nuevo enfoque hacia la globalización. En relación al control de la participación en América Latina, el sector electrónico prefiere una propiedad total mientras que el sector de fabricación de maquinarias y equipos no eléctricos registró un patrón de propiedad compartida que oscila entre 50% y 70%. En contraste, en el sector orientado a recursos tales como la minería y la pesca hay una fuerte tendencia a promover una empresa conjunta como en la minería chilena y en la pesca argentina y el sector petrolero en donde el total de la propiedad abarca aproximadamente 60% a 70% (Choi 1998).

La crisis de Corea y su impacto en sus relaciones económicas con América Latina
Orígenes de la crisis

El alcance del presente artículo no incluirá la discusión profunda de la crisis de Corea y lo que sucedió en la economía coreana después de rescate del FMI. Pero la crisis financiera de Corea en noviembre de 1997 fue importante en las relaciones económicas entre Corea y América Latina en términos de su repercusión en el comercio entre ambos y en inversión directa coreana en América Latina. La consecuencia inmediata de la crisis involucra más competitividad de precio de los productos coreanos, menos demanda y reducción de las importaciones, y la escasez de los recursos financieros para la inversión en el extranjero. Más importante, sin embargo, es la implicación de la crisis para el futuro de las relaciones económicas. Para explorarla, se necesita investigar las causas de la crisis, los ajustes estructurales empresariales, y las medidas reformadoras gubernamentales en respecto a los chaebol. Aunque siempre ha habido debate sobre las causas de la crisis, el gobierno post-crisis de Corea y el FMI prefirieron una explicación con crisis estructural más que la de crisis de liquidez. Se habló mucho, después del estallo de la crisis, como el problema estructural más importante, la llamada "crony capitalism" o "relación confabulada entre políticos y hombres de negocios". Esta relación se creó durante el período de la formación económica de la nación en la década del 60. La nación necesitaba establecer sectores industriales líderes para completar su naciente estrategia de desarrollo orientada a la exportación, y el gobierno ayudaba a los chaebol a dominar y liderar el alto y rápido crecimiento económico a través del control de la asignación de créditos. En ese momento, el banking dirigido por el gobierno era uno de los requisitos indispensables. Esa explicación con el concepto de "crony capitalism" no es suficiente porque todavía falta explicar porqué funcionó ese modelo antes, y porqué no en recién años. El control de los bancos por parte del gobierno como herramientas de la política industrial estatal funcionaba suficientemente bien mientras la economía era relativamente simple y la productividad incrementaba dependiendo de una gran cantidad de inversiones. Sin embargo, no había lugar para un sistema efectivo de gobernabilidad corporativa, ni para un sector bancario eficiente dentro de este modelo. Los gerentes de los principales bancos fueron virtualmente designados por el gobierno, y el sistema de regulación prudencial de instituciones financieras era muy inefectivo. Todo esto trajo como resultado la cultura de la consideración política en lugar de una adecuada evaluación de riesgo entre bancos y empresas, y creó la expectativa entre ellos de que el gobierno los sacaría de apuros en el caso de que se presentaran problemas. Pocos bancos comerciales eran capaces de efectuar correctamente una evaluación de proyecto científico o un manejo de riesgo prudente bajo esta práctica financiera. Esta vulnerabilidad se había acumulado y finalmente provocó la crisis, combinada con factores políticos. Como arriba mencioné, el gobierno de Kim Young Sam (1993-98), el que se identificó como "gobierno civil" después de presidentes militares, perdió el control del mercado laboral, lo que fue una herramienta del modelo de rápido crecimiento de la economía coreana en las décadas de los 60 y los 70. Como compensación, el gobierno también dejó al sector empresarial autónomamente invertir en sectores antes más rigurosamente regulados, pero en nombre de la globalización de la economía coreana. En los años 90, con abundante liquidez en los mercados financieros internacionales, los bancos coreanos y los chaebol adquirían libremente préstamos en el exterior. El bajo costo del capital, combinado con la cada vez más intensa competición en el mercado doméstico entre los chaebol ahora dirigidos más frecuentemente por la segunda generación, menos prudente, de sus dueños, era una invitación para las inversiones financiadas con deuda y la elevada relación de endeudamiento de capital, de hasta 470,2 por ciento en el caso de los cinco mayores chaebol, tres veces más el promedio para las grandes empresas de Estados Unidos, se convirtió en la mayor característica de la estructura financiera de los chaebol. El retraso de la economía en 1996 fue seguido de un gran número de insolvencias corporativas, y especialmente aquellas de los chaebol. En principios de 1997 uno de los conglomerados de tamaño intermedio, Grupo Hanbo, quebró bajo el peso de sus voluminosas deudas. Grupos Sammi, Jinro y Dainong siguieron, todos entre la segunda línea de chaebol. Una vez que los bancos anticiparon quiebras adicionales de otros conglomerados, tendían a ser más conservadores en sus préstamos. Esta situación, la restricción del crédito, ya podía llevar a la quiebra a firmas relativamente fuertes y a que empeorara la acumulación de préstamos incobrables por parte de los bancos (Hyundai 1997; Hahm 1997). Once chaebol cayeron juntos en 1997, incluyendo ocho que solicitaron la protección de los tribunales antes de producirse la emergencia de la crisis financiera de los bancos y otras instituciones financieras al aumentar la cantidad de préstamos no redituables que ellas mantenían. Las deudas a corto plazo aumentaron. Para el 20 de diciembre de 1997, el país tenía una deuda externa total de $153 mil millones, de los cuales $80 mil millones o el 52% era deuda a corto plazo con vencimiento de menos de un año. El gobierno de Kim Young Sam quedó indeciso con la pérdida de su legitimidad y la planeada elección presidencial para diciembre de 1997, provocando finalmente la absoluta desconfianza internacional (Kim 1998b).

Reforma y situaciones empresariales
Con la crisis, se combinaron dos importantes programas para producir una severa reforma económica. El programa del ajuste financiero del FMI es uno, y los proyectos reformantes del nuevo gobierno fue otro. Sus enfoques estaban en restructuración del sistema financiero y la reforma de la estructura chaebolista además de la flexibilización del mercado laboral y la racionalización del sector público. Entre otros, para el sector financiero, se enfatizaron la prudencia en prestación y la supervisión de las autoridades. Para el sector empresarial, se enfatizó la reducción de las deudas. El presidente Kim Dae-jung avanzó más delante del programa del FMI en términos de las medidas reformistas empresariales. El y sus asesores realmente habían sido críticos de los chaebol por largo tiempo. Especialmente, Kim reforzó sus cinco puntos de reforma de los chaebol que se acordaron durante su período de presidente electo: (1) mejoramiento de la transparencia en la gerencia empresarial, (2) mejoramiento de la estructura financiera de chaebol, reduciendo su relación de endeudamiento de capital a un 200 por ciento o menos en dos años, (3) preparación temprana de los balances consolidados, y prohibición de las garantías de pagos mutuos, (4) la implementación de medidas que mantengan a los propietarios responsables por su gerencia, y (5) desarrollo cooperativo de las firmas grandes, pequeñas y medianas. Y proclamó tres puntos más en agosto de 1999: (6) prohibición de control de los chaebol sobre el sector financiero, (7) prohibición de inversión mutua entre las filiales de chaebol, y (8) la prohibición de inherencia anormal de riqueza (KOTRA 1999). Además, se promocionaron mutuas fusiones y adquisiciones entre chaebol para concentrar mejor en los sectores principales. Para fines del 2000, se espera otra onda de restructuración empresarial con motivo de mayor prudencia financiera. Esta reforma empresarial por el nuevo gobierno determina las capacidades de los chaebol en su inversión en el extranjero. Principalmente, todos estos puntos quieren decir, a corto y mediano plazo, la contracción de operación de los chaebol quienes habían podido movilizar libremente recursos financieros, e invertido agresivamente en América Latina en años recientes. Muchos de ellos postergaron, redujeron, y cancelaron sus proyectos de inversión en el extranjero. Algunos otros ya no existen, o fueron fusionados y adquiridos por otros, quienes a veces no decidieron en anteriores proyectos heredados.

Impacto de la crisis
Impacto de la crisis La crisis financiera de Corea de noviembre de 1997 y la de recesión económica siguiente tenía un número de implicaciones negativas para las relaciones coreano-latinoamericanas. Primero, las inversiones agresivas de los empresarios coreanos en la región fueron paradas repentinamente. De repente se encontraron con las deudas acumuladas bajo sus esquemas de la "Gerencia Global" y rodeados por los acreedores internacionales y domésticos algo hostiles. Mientras que el gobierno obligaba a los chaebol a reducir su relación de la deuda-a-equidad a 200% o menos, el negocio antes de gran poderío, ya no lograban gozar de la ayuda política para sus proyectos expansionistas. La estadística muestra que las inversiones totales de Corea en América Latina en 1998 disminuyeron casi a la mitad, comparado con el año anterior (Véase Gráfica 1). Entre otros, el retardo del proyecto de Bahía de Asia Motors ha sido polémico. Debido a su problema financiero, el proyecto ha estado inactivo después de la colocación de la piedra inaugural de agosto de 1997. Asia Motors podía aprovecharse del proyecto de Bahía para desviar la alta barrera arancelaria para exportar sus vehículos a Brasil. Asia Motors y Kia Motors, su filial importante, fueron adquiridos por Hyundai Motors, el primer fabricante de automóviles. No se publicó ninguna decisión inmediata con respecto al proyecto de Bahía de parte del nuevo propietario, y pronto se convirtió en un tema álgido bilateral entre los dos países.

Gráfica 1. Inversión directa coreana en América Latina (US$ mil)


Fuente: Ministerio de Finanzas y Economía, Tendencia en Inversiones Internacionales y Transferencia Tecnológica.
31 de enero de 1999.

En segundo lugar, la devaluación de la moneda coreana recuperó rápidamente la competitividad de precio de los productos coreanos. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno promocionó las exportaciones y animó nuevas inversiones extranjeras como una medida para solventar las dificultades financieras. Aunque la devaluación no dio lugar directamente a un claro aumento de las exportaciones totales de Corea a América latina, había aumentos evidentes a varios países tales como México, los de América Central y del Caribe, y a varios sectores con una tendencia existente de la penetración. Algunas economías latinoamericanas categóricamente respondieron al choque asiático con restricciones preventivas arancelarias y no arancelarias. Específicamente, la afluencia de los productos coreanos causó fricciones comerciales potenciales y esporádicas aunque fue poco conflicto oficial que ha entrado en erupción. Por ejemplo, las industrias de textil mejicanas y colombianas se movieron para hacer cumplir medidas del antidumping, y los fabricantes colombianos del automóvil empujaron el gobierno colombiano a tomar una decisión en salvaguardia contra los daños alegados por las importaciones de los automóviles coreanos. En tercer lugar, la recesión coreana ocasionó una fuerte reducción de importaciones. Tradicionalmente, Corea había importado desde Latinoamérica productos primarios, tales como mineral de hierro, cobre, acero, aluminio, pulpa, productos agrícolas, etc. Al cerrar varias fábricas u operar muy por debajo de su capacidad, la demanda de materias primas y de productos semiprocesados experimentó una drástica contracción. En 1998 las importaciones provenientes de la región disminuyeron en 46,1 por ciento. El fuerte decrecimiento de las importaciones aunado al moderado aumento del 2,3 por ciento en las exportaciones, produjo un amplio desequilibrio comercial. Como se muestra en el Cuadro 2, el balance comercial ha sido favorable a Corea del Sur desde 1977, excepto durante la crisis de la deuda latinoamericana de 1982-1986. Tal desequilibrio comercial se ha agravado en los últimos años debido al lento aumento de las importaciones desde América Latina, el cual contrasta con la rápida expansión de las exportaciones. El pobre aumento de las importaciones se atribuye a la reducción de los precios de los bienes primarios, el debilitamiento de la competitividad de los precios latinoamericanos debido a la apreciación de sus monedas locales, y la confianza de Corea en el Sudeste de Asia para satisfacer gran parte de sus necesidades de materias primas. El actual desequilibrio comercial se ha convertido en el tema de discusión más popular en cada encuentro de los diplomáticos de América Latina. Las relaciones económicas de Corea con Latinoamérica han tenido que ajustarse a las medidas preventivas y la recesión económica de América Latina, al igual que al más reciente impacto de la crisis financiera internacional sobre la región. La austeridad preventiva y la recesión de los principales países latinoamericanos, como Brasil, Argentina y Chile ha ocasionado un decrecimiento de la demanda de capital coreano y de productos de consumo. Esto se ve muy claramente en la tendencia del comercio coreano con MERCOSUR en recién años (Véase Gráfica 2).

Gráfica 2. Comercio de Corea con el Mercosur


Fuente: Korea Trade Information Service (KOTIS), 2000.

La recuperación económica coreana y la perspectiva de sus relaciones con América Latina La situación de la economía coreana se mejoró a los dos años del comienzo de las dificultades. El won, la moneda coreana, recuperó su valor desde casi 1.800 por un dólar estadounidense a fines de 1997 a 1.100 en abril de 2000; las tasas de interés registraron una caída drástica desde 29% a unos 10%; y la reserva de divisas internacional se acumulo de $3,9 mil millones a más de US$ 80 mil millones durante el mismo periodo. Esta estabilidad financiera contribuyó la reactivación de la economía real: el PIB registró una severa recesión de -5,8% en 1998, y una drástica recuperación de 10.7% en 1999. Aunque todavía hay peligro de otra crisis financiera con problemas de bancos y de algunos chaebol, la prominente tendencia de recuperación reconfirma y refleja fuerzas fundamentales de la economía coreana: la elevada taza de ahorro doméstico, recursos humanos con el alto nivel de educación, el desarrollo de alta tecnología, etc. (Véase Cuadro 3).

Cuadro 3. Indices de la economía coreana

Unidad

1996

1997

1998

1999

Crecimiento de PIB

%

6.8

5.0

-5.8

10.7

IPC

%

4.9

4.5

7.5

0.8

Déficit fiscal/PIB

%

0.03

-0.02

-2.9

-2.9

Desempleo

%

2.0

2.6

6.8

4.8

Tasa de interés

%

11.87

13.39

14.99

9.85

Exportación

US$ mil millón

129.7

136.2

132.3

143.7

Importación

"

150.3

144.6

93.3

119.8

Balanza de cuenta corriente

"

-23.0

-8.2

40.6

25.0

Reserva internacional

"

33.2

0.9

52.0

74.1

Deuda externa

"

164.4

158.1

148.7

136.4

Tipo de cambio

Won/US$

844.2

1,572.9

1,369.4

1,145.4


Fuente: Ministerio de Finanzas y Economía; Banco de Corea, 2000.

Aunque la estructura chaebolista está en la guillotina, las empresas grandes más independientes una vez terminada esa reforma, o los chaebolitos más encogidos de tamaño con una reforma medio cumplida y medio abandonada, deben ser más eficientes, modernizados y competitivos en sus propios sectores. El imperativo de la globalización en el mundo de hoy no se puede evadir ni revocar. No se puede dudar que estas nuevas e importantes empresas coreanas van a seguir practicando sus anteriores esquemas globalizantes para finalmente ser competitivas. Además, se destaca una posición neutral gubernamental hacia la inversión en el extranjero. Aunque el nuevo gobierno coreano ante la crisis financiera se contrastó, en su enfoque en atraer las inversiones extranjeras directas, con el gobierno anterior que estimuló las inversiones en el extranjero en nombre de la globalización, el actual no ha pronunciado ninguna medida de control de capital, ni control contra las inversiones en el extranjero. Se necesitará una evaluación balanceada de los varios factores para predecir la perspectiva de las inversiones coreanas en América Latina. Como factor a favor de ellas, la crisis asiática despertó a los empresarios coreanos de la ilusión de un permanente milagro asiático. La pérdida de confianza en el Sureste asiático y la subsiguiente inestabilidad política en Malasia e Indonesia los estimularon a buscar mercados sustitutivos. América Latina como otra región dinámica, surge como alternativa. Como factor negativo, la renovación de un ambiente de crisis en Latinoamérica en 1998 y 1999 ha servido para hacer recordar a muchos empresarios coreanos y encargados de formular las políticas, con altas expectativas de un boom regional, la notoria crisis de la deuda de los años ochenta. La inolvidable imagen creada de la región en aquel momento los disuade de seguir adelante con sus actividades e inversiones agresivas en América Latina. También la reciénte tendencia hacia cada vez un más intensivo intercambio económico de Corea (del Sur) con Corea del Norte desvía la atención y recursos empresariales desde sus socios del mundo en vías de desarrollo. Así fue en los casos de Hong Kong y Taiwan después de la apertura de China a fines de los 70, y el caso de Alemania después de la unificación nacional. Especialmente, la falta de institucionalización de las relaciones de Corea con América Latina es responsable de la vulnerabilidad del boom y del deterioro de las relaciones económicas. El hecho de que las relaciones económicas coreano-latinoamericanas fueron tanto afectadas en 1998 señala que las mismas todavía están inmaturas e inestables. Los factores más crónicos y estructurales que puedan determinar su madurez y estabilidad en el mediano y largo plazo pueden identificarse como (1) diversificación de las inversiones, cuya mayoría se concentra actualmente en las manufactureras, (2) cooperación gubernamental transpacífica, a la cual le falta todavía más institucionalización, y (3) lazos de confianza a nivel cultural (Kim 1998). Sin embargo, irónicamente, la crisis financiera internacional ha ofrecido un espacio más amplio para mejores relaciones coreano-latinoamericanas. Los desafíos en adelante incluyen: (1) mejor entendimiento mutuo, con la experiencia de la estructura comercial y de inversión interdependiente, (2) más institucionalización a nivel bilateral y biregional, y (3) alianzas estratégicas, orientadas a compartir modelos y metas de desarrollo (Véase Kim 1999).
Entre otras, la iniciativa de Corea para concluir su primer acuerdo de libre comercio con Chile, cuya negociación oficial empezó a fines de 1999, abre la nueva página de su relación con América Latina. El real efecto de esa oportunidad dependerá del entendimiento de su implicancia histórica de parte de formuladores de políticas en ambas regiones.

Conclusión
A pesar de su potencial, las relaciones comerciales y financieras entre Corea y América Latina no se habrían desarrollado lo suficiente desde la perspectiva del beneficio mutuo. Sin embargo, desde los inicios de la década de los 90, la relación complementaria entre Corea y América Latina ha empezado a ser ampliamente percibida por ambos. Desde la perspectiva coreana, los países latinoamericanos pueden proporcionar a las firmas coreanas recursos naturales y mano de obra. América Latina, gracias a la estabilidad económica, se está transformando en un gran mercado potencial para las empresas coreanas, las que han debido diversificar desesperadamente sus mercados de exportación. Desde la perspectiva latinoamericana, Corea es uno de los mayores compradores de bienes primarios. Además, en el marco de las políticas latinoamericanas de industrialización, Corea es uno de los candidatos para desarrollar la cooperación intraindustrial. Corea también puede ser un proveedor adicional del capital y de la tecnología que los países latinoamericanos están buscando en diversas fuentes. Antes de la crisis financiera de Corea, sus relaciones económicas con América Latina culminaron con el aumento del comercio y una activa inversión, muy prominentes entre otros países asiáticos. Mientras el comercio y las inversiones estuvieron reservados para las principales economías de Latinoamérica, se cooperó con el desarrollo de otras economías más pequeñas por medio de dos vías utilizadas para llevar a cabo la política coreana oficial de asistencia para el desarrollo: el Fondo de Cooperación para el Desarrollo Económico (EDCF) y la Agencia Coreana de Cooperación Internacional (KOICA). La globalización de la economía coreana se debe entender no como el resultado de los factores coyunturales sino como la respuesta a la transformación profunda de la economía mundial que trajo una competencia más severa internacional. Eso quiere decir que la globalización de producción ya es un imperativo para los importantes industriales coreanos, y que los factores coyunturales domésticos e internacionales solo determinarán la hora de decisión, y el tamaño y sitio de inversión. En este sentido, las oportunidades de negocio y el progreso de la integración regional en América Latina todavía siguen siendo factores de atracción mientras las situaciones financieras de las empresas coreanas van a detener otros factores domésticos de empuje por el momento. La rápida recuperación de la economía coreana debe contribuir a la reactivación de la presencia coreana en la región. Como factor negativo para el futuro, puede haber una desviación de la atención y el reparto de recursos para un intercambio más intensivo intercoreano. También, la crisis asiática y el contagio de la crisis financiera internacional en América Latina hacen que los analistas y los inversionistas sean más cautos acerca de las perspectivas a mediano plazo de cada región. Sin embargo, y en forma también clara, la comunidad económica internacional reconoce también el hecho que Asia se ya va a recuperar rápidamente y que la América Latina de hoy no es la misma de los años 70 y 80. En lo que se refiere a las relaciones coreano-latinoamericanas, sería difícil convencerse de que los que toman las decisiones mantuvieron una estrategia coherente tanto en el plano público como en el privado. Aunque persiste la duda acerca de la capacidad en este sentido de los actuales tomadores de decisiones. Es enorme el potencial que tiene la iniciativa de libre comercio de Corea y Chile para dar un nuevo e inesperado inicio a las estancadas relaciones de Corea con América Latina, y que la globalización de la economía coreana ya se lleva su propio momentum incesante.

Bibliografía
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Notas
(1) La versión anterior de este trabajo fue presentada a la serie de conferencias Corea y América Latina, realizadas en el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales, el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, y Fundación Instituto de Pesquisas Económicas de la Universidad de Sao Paulo, 17-23 de Octubre de 1997.

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